Un minuto de silencio en honor a la memoria del presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías. No me sorprendió su muerte, pero comparto el dolor que siente la Latinoamérica progresista, el mundo progresista. Ha muerto un revolucionario, un bolivariano, un hombre de ideales.
Él, como Bolívar y muchos en el continente, veía en América Latina la "gran patria", la utopía posible. Por eso se convirtió en
un peligro no sólo para la oligarquía venezolana, sino para los imperios de todos los pelambres: el del norte, el de las grandes transnacionales, y en
la esperanza de los pobres más pobres de Venezuela y de América. Puso los recursos de su patria al servicio de Latinoamérica, con generosidad, con un inmenso sentido de la solidaridad hacia los pueblos más necesitados.
Me duele su muerte. ¿Un nuevo crimen en el inmenso historial de magnicidios que se han sucedido en Nuestramérica?. Todos aquellos quienes han creído en lo que Chávez creyó, han pagado con su vida el intento de desarrollar el proyecto estratégico latinoamericano: A Gaitán, lo mató la CIA cuando estaba a punto de ganar la presidencia en Colombia. Al presidente ecuatoriano, Jaime Roldós, lo mató la CIA mediante un atentado aéreo. La CIA también asesinó al presidente de Panamá Omar Torrijos. La lista es inmensa.
Hoy en día, curiosamente, los líderes latinoamericanos que promueven ideas integracionistas o progresistas, resultan víctimas de enfermedades mortales. Chávez es la segunda víctima mortal, después del presidente de Argentina Nestor Kirchner. Parece que el método de la inoculación e irradiación les ha funcionado.
¿Se ha inventado el imperio una nueva manera de magnicio?