Por Estheiman Amaya
El anuncio del
sábado 1 de junio del presidente colombiano Juan Manuel Santos, en el sentido
de que este mes se va a suscribir un acuerdo de cooperación con la Organización
del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, y que a Colombia le gustaría “ingresar”
a esa organización, es una prueba más del alineamiento colombiano como peón en la estrategia
militar norteamericana frente a los países progresistas del continente.
El crispamiento
de los ánimos de sus vecinos no es para menos. Después de la disposición
colombiana para el establecimiento de bases militares estadounidenses y de misiles
apuntando a la Venezuela de Chávez y al Ecuador de Correa, esta es una nueva
amenaza encubierta a los países del Alba y la provocación más significativa del
gobierno de Santos a Venezuela, Nicaragua, Bolivia y ecuador, que han mostrado
claramente su posición anti-imperialista.
Aunque el
ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, declarara que se “está armando una
tormenta en un vaso de agua”, porque está claro que Colombia “no puede ser país
miembro” de la Otan, también añadió: “Lo que nos interesa es ingresar como un
país asociado”.
Es claro que la “intención” de Colombia no es más que otra demostración de la influencia de los estadounidenses en las decisiones militares del gobierno colombiano y una nueva movida en el ajedrez geopolítico para promover una agenda de desestabilización regional, de ataque contra la revolución bolivariana y de adhesión a los planes hegemónicos imperiales.
Es claro que la “intención” de Colombia no es más que otra demostración de la influencia de los estadounidenses en las decisiones militares del gobierno colombiano y una nueva movida en el ajedrez geopolítico para promover una agenda de desestabilización regional, de ataque contra la revolución bolivariana y de adhesión a los planes hegemónicos imperiales.
No en vano este
anuncio se hace a una semana del encuentro de Santos con el
líder opositor venezolano Henrique Capriles. Reunión que según denunciara el
presidente Venezolano Nicolás Maduro es una prueba de que se está convirtiendo
a Bogotá en un centro de conspiración contra el gobierno bolivariano de
Venezuela, donde se planifica el asesinato de Diosdado Cabello, presidente del
Parlamento venezolano, y el envenenamiento del
propio Maduro.
El acuerdo de
cooperación que se firmará con la OTAN está centrado en el aprendizaje del país
en tres temas: derechos humanos, justicia militar y educación a las tropas. Se
busca seguir un proceso de cooperación internacional en el que el país ya está
embarcado y que será clave en el futuro de las Fuerzas Militares en el marco de
un pos-conflicto.
Desde Bruselas,
la Organización del Tratado del Atlántico Norte se pronunció para aclarar que
Colombia “no cumple con los criterios geográficos” para ser miembro de ese
pacto, pero agregó que está interesada en impulsar la cooperación con este
país. Dicho acuerdo “permitiría el intercambio de información clasificada entre
la Alianza y Colombia”.
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